Valencia ( 10ª de Fallas ), Solitaria oreja para Ponce en una tarde marcada por el mal juego de los cuvillos.

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Valencia, viernes 19 de marzo. 10ª Feria de Fallas. Tres cuartos de entrada.

Toros de Núñez del Cuvillo, terciados y varios anovillados, aunque con puntas la corrida. Descastados, sin clase y deslucidos.

Enrique Ponce, oreja y silencio.
Sebastián Castella, fuerte ovación tras petición y saludos tras aviso.
José María Manzanares, silencio en ambos.

Valencia (España). Por segundo año consecutivo, y después de una feria en la que se han otorgado algunos trofeos con muy estrechos argumentos, el presidente decidió de manera totalmente caprichosa denegar un trofeo que había sido pedido con absoluta unanimidad por parte del público para el torero francés, que se apretó primero por delantales para luego hacer un quite de gran altura por chicuelinas al segundo, antes de instrumentar una labor de gran convicción y seguridad ante un toro muy ofensivo y estrecho que por abajo tendía a perder las manos y por arriba se defendía, frente al que el torero acabó haciendo alarde de su dominio entre los pitones.



Castella apostó desde el principio midiendo en el castigo al quinto, un toro que se movió con emoción pero sin ritmo ni entrega, con el que el torero hizo un ejercicio de valor apabullante desde su inicio de faena con un pase cambiado por la espalda. Fue una labor de gran determinación en la que al principio le dio sitio al toro para aprovechar su inercia entre pase y pase. Por la izquierda le enganchó la embestida siempre por delante y consiguió muletazos largos. Puso la plaza en pie con dos circulares invertidos muy redondos. Si no falla con la espada y el descabello, le piden las dos orejas.






Antes, Enrique Ponce cortó la única oreja de la tarde al primero, un toro de mediana condición, noble pero de empuje justo, al que el valenciano potenció virtudes en una faena elegante y técnica a partes iguales rubricada de una estocada de lenta ejecución y ligeramente desprendida de colocación. El cuarto fue un toro reservón, que se defendió y protestó con aspereza con el que el valenciano no tuvo opción.



Completaba el cartel José María Manzanares, que muleteó al manejable tercero con cierta intermitencia en una faena en la que sobresalió una gran serie en redondo y una superior estocada. El que cerró plaza fue un toro noble pero justo de raza que se desplazó con cierta largura por el pitón derecho aunque por el izquierdo se quedó más corto. A Manzanares le costó dotar de ligazón un trasteo que por esta circunstancia contó con escaso eco. Volvió a destacar con la espada.