Valencia (5ª de Julio). A Pinar no se le escapa Valencia.

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Valencia 5ª de abono. Corrida de toros. Media plaza.

Toros de Valdefresno, bien presentados y desiguales de juego. 1º manejable pero tardo. 2º complicado. 3º de buen juego. 4º manejable pero desrazado. 5º complicado. 6º de buen juego pero a menos, acabó rajándose.

César Jiménez, silencio en ambos.
Daniel Luque, saludos y silencio.
Rubén Pinar, oreja y oreja.

Valencia (Esp).- El albaceteño Rubén Pinar abrió la Puerta Grande de la plaza de Valencia en un festejo condicionado por el escaso juego de los toros de Valdefresno, en el que tanto César Jiménez y Daniel Luque se marcharon de vacío.

El primero de Pinar fue el más potable del encierro. Mansito y noble, se desplazó sin humillar y ya permitió el lucimiento del torero en el quite de Jiménez. El manchego le cogió el aire muy pronto al animal, llevándolo tapado y tirando mucho de él.

Faena muy técnica, epilogada con unos circulares que acabaron por rendir al público. El pinchazo previo a la estocada no fue óbice para pasear la oreja.

El sexto, pese a no entregarse en la embestida, de la que salía siempre suelto, repitió en infinidad de ocasiones, lo que aprovechó Pinar para torearlo sobre todo al natural, por donde dibujó series que tuvieron largura y ritmo.

Por el derecho lo sujetó hasta que el toro buscó tablas, donde de nuevo los circulares fueron el recurso final. Una gran estocada puso en sus manos la segunda oreja y la consiguiente salida a hombros.



Abrió plaza un toro muy bien hecho que apuntó buenas maneras en los primeros tercios pero que finalmente tuvo el defecto de tardear en la muleta. Jiménez estuvo demasiado probón y sólo logró, en contadas ocasiones, enganchar los muletazos por abajo. Cuando lo hizo, el toro respondió y le regaló buenas embestidas. El de Fuenlabrada nunca se sintió a gusto. César volvió a estar frío en el cuarto, noble pero desrazado, con el que no se acopló.




Daniel Luque
había sorteado en segundo lugar un toro con el hierro de Fraile Mazas al que toreó primorosamente a la verónica, pero con el que no pudo lucir en la muleta, ya que se volvió reservón y desarrolló sentido. El quinto fue un toro reservón y muy agarrado al piso que no le puso las cosas fáciles y su trasteo no alcanzó eco en el tendido.


Imágenes: Paco Ferrís