Valencia (6ª de Julio). Oreja para "Rafaelillo" y Tomás Sánchez con una gran corrida de "La Quinta".

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Valencia 6ª de abono. Corrida de toros. Un tercio.

Toros de La Quinta, bien presentados. 1º de buen juego. 2º complicado. 3º noble aunque a menos. 4º de buen juego, noble y con clase. 5º repetidor y noble. 6º noble y con clase.

Ángel de la Rosa, vuelta al ruedo tras aviso y silencio tras aviso.
Rafaelillo, oreja y saludos.
Tomás Sánchez, silencio y oreja tras aviso.

Emocionante tercio de varas al quinto toro y buena tarde en conjunto de la cuadrilla de Rafaelillo.


Valencia, (Esp.)
.- Los diestros Rafael Rubio "Rafaelillo" y Tomás Sánchez cortaron una oreja cada uno en la sexta corrida de la fe
ria de San Jaime, celebrada hoy en Valencia, en la que se lidió una buena corrida de "La Quinta".

En la enfermería fue atendido Ángel de la Rosa de un golpe en la mano derecha, de carácter leve.



Ángel de la Rosa dejó los muletazos de más calidad del festejo, sobre todo a su primero, en una faena de menos a más, en la que hubo naturales que tuvieron personalidad y empaque.
Con su segundo, anduvo templado y firme sobre ambos pitones, en un trasteo que finalizó con manoletinas. En ambos, el fallo con los aceros le dejó sin premio.


Rafaelillo estuvo valiente con el segundo, el más complicado de todo el encierro, con el que se la jugó por ambos pitones. En el quinto perdió la Puerta Grande por la espada, ya que emborronó una buena actuación con un toro de La Quinta noble y repetidor al que pudo torear de manera templada, poniendo siempre la muleta en el hocico.



Tomás Sánchez cortó una oreja del toro que cerró plaza, un animal con mucha calidad con el que se acopló en una faena en la que sobresalió una gran tanda con temple y profundidad sobre la mano derecha. En las postrimerías de su labor, el toro de La Quinta le prendió sin consecuencias, tras lo cual se levantó el valenciano y dejó una estocada certera. fue silenciado ante el tercero, que prometió buena condición pero que vino a menos en el último tercio. El valenciano basó su faena en las cercanías del animal, que terminó protestando y echando la cara arriba, por lo que deslució su labor.

Imágenes: Paco Ferrís